Redacción a cargo de SIMG
Los factores de riesgo cardiovascular son aquellas condiciones que aumentan la probabilidad de desarrollar una enfermedad del sistema cardiocirculatorio que pueda acabar provocando un evento grave, como un infarto o un ictus. Algunos factores (edad, sexo, y parentesco) no son modificables al no depender de nuestra voluntad. De todas formas deben tenerse en cuenta cuando se determina el nivel de vigilancia para un sujeto en concreto.
Por ello hemos de ser conscientes de que:
Por otra parte, existen los factores “modificables”, es decir, aquellos reversibles:
Cambiando nuestro comportamiento podemos reducirlos o eliminarlos, contribuyendo así a prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Podemos decidir dejar de fumar, podemos mantener controlado nuestro peso, nuestra tensión arterial, la colesterolemia, un posible estado de diabetes, etc.
Cada uno de estos factores contribuye a aumentar el riesgo cardiovascular. Por lo tanto, la probabilidad de que una persona que presente simultáneamente más de un factor de riesgo contraiga una enfermedad cardiocirculatoria es mayor que la simple suma de cada uno de los factores de riesgo.
Para evaluar el riesgo cardiovascular se deberá tener presente, por consiguiente, no solo cada factor de riesgo por separado (colesterol o tensión arterial) sino también la coincidencia de varios factores. Por ejemplo, un sujeto con un valor no especialmente alto de colesterol y, por lo tanto, por sí solo no preocupante, podría, en cambio, tener un riesgo cardiovascular significativo si además es fumador y su tensión es algo más alta de lo normal.
Por desgracia, los factores de riesgo frecuentemente se presentan al mismo tiempo, ya que a menudo están relacionados entre sí: los errores alimentarios, por ejemplo, contribuyen al sobrepeso, al aumento del colesterol y de los triglicéridos, a la hipertensión, a la diabetes, etc.
Corrigiendo los hábitos alimentarios y mejorando el estilo de vida es posible actuar simultáneamente sobre varios factores de riesgo.